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Impuestos… ¿Pagar o no pagar?, esa es la cuestión

Actualizado: 21 may 2023


Por: Hernán Riaño


En estos días se ha generado una polémica nacional por la primera reforma tributaria del país que protege a los pobres, no poniéndoles cargas impositivas, como pasó con todas las anteriores, sino que grava a los ricos y poderosos de Colombia.


No es de extrañar que una medida de esa naturaleza cause escozor y rechazo en esos pocos ricos, ya que ellos están acostumbrados a no pagar ni “un quinto” de impuestos, todo lo contrario, las reformas que ha aprobado el Congreso de la República los ha beneficiado y hasta exonerado de cargas tributarias como la del nefasto Iván Duque del año 2.019. Todos los gobiernos que hicieron reformas tributarias descargaron en los pobres y clase media el sostenimiento del Estado, quitándoles a los poderosos esa carga, que están obligados a asumir en igual o mayor proporción que las clases populares.


Es inaudito que este país se haya acostumbrado y hasta alcahueteado que esos poderosos no pagaran impuestos y se les perdonara cualquier tributación. Y no contentos con ello, también son los campeones de la evasión, alusión y no sé que más triquiñuelas para lograr pasar menos que sus secretarias, empleados y profesionales de sus empresas o negocios y muchos de ellos en ceros su declaración de renta, lo que quiere decir, sin pagar nada al erario


Se volvieron unos expertos en estas marrullas y no es extraño ver cómo, los que tienen miles de millones y hasta billones, su contribución es nada o mínima para que Colombia marche como una nación sana en materia fiscal. Todo se los dejaron a los pobres y a las clases medias, que son la mayoría.


Cuando ganó Gustavo Petro, se supo la realidad del déficit en el que nos dejó el gobierno del “sergista” (porque salió de la Universidad Sergio Arboleda, o ¿será arboledista?) y se consolidó la propuesta de una reforma tributaria propuesta por el nuevo gobierno. Los empresarios, los grandes ricos, ganaderos, banqueros y todos los que se pueden ver obligados a pagar impuestos, han iniciado una campaña fr descrédito,, en colaboración con los medios de su propiedad, en contra del gobierno y la reforma tributaria, usando todo tipo de armas innobles, y lo hacen desde que abren los noticieros, hasta el cierre, no quieren, no aceptan que este país que les ha dado todas las riquezas que tienen y ostentan, necesita que ellos retribuyan con impuestos para la equidad que tanto requerimos.. No, ellos quieren exprimir más al pueblo, sacarle hasta la última gota de sangre para que sean los pobres los que los sigan sosteniendo y darse la gran vida, que han tenido, a costillas de los demás colombianos.


Todos los días se conocen desfalcos, desfinanciamientos, corrupción, asalto a las arcas del Estado y robo al erario. Pero ni siquiera se ponen colorados, salen a amenazar con demandas por “calumnia” porque se les ha vulnerado “el buen nombre” y con esas demandas para las que se sirven de una cohorte de abogados expertos en estas lides quieren impedir que se conozca la proporción de sus abusos y la inmensidad de sus fortunas. Ejemplos hay por montones, solo que el escándalo del momento, lo tapan con otro el día siguiente y así sucesivamente. Y para ello tienen sus medios de comunicación que hacen esa labor muy bien.


No todos los ricos son así, hay personas que reconocen que no pagan lo justo y que les gustaría hacerlo porque reconocen la enorme desigualdad tributaria.


Otro aspecto es el anunciado impuesto a las bebidas azucaradas y alimentos ultra procesados que se ventila en el país, que como lo anunció el ministro Ocampo, es más una medida sanitaria que un tributo, ya que lo que pretende es llamar la atención y educar sobre el perjuicio de los químicos con los que se elaboran estos productos y que los fabricantes vayan cambiando por unas buenas prácticas de manufactura eliminando esos elementos.

¿Quién dijo miedo? Se desató la ira divina dirigida por los dueños de las empresas que los producen, ingenios azucareros y fabricantes de gaseosas.. Han satanizado el impuesto de todas las formas posibles diciendo cosas tan traídas de los cabellos como que la canasta familiar se va a ver muy afectada por los pocos pesos que subirán esos artículos.


Los países llamados desarrollados han catalogado esos “alimentos” como muy dañinos para la salud de los humanos, causantes de enfermedades como la diabetes, hipertensión y hasta cáncer, y por ello les han puesto barreras para su libre distribución, como los avisos de advertencia de los perjuicios que causan e impuestos muy duros. Pero no, aquí no, aquí los empresarios y sus medios dicen que no son dañinos, se han opuesto, en colaboración con el ministerio de salud de la era Duque a ponerle el aviso octogonal de contenidos dañinos en los empaques, llegando hasta incumplir una ley aprobada en ese sentido el año anterior (1) (2).


No son creíbles estos argumentos de los empresarios e industriales, a ellos nunca les ha importado el costo de la canasta familiar de los pobres y un impuesto que encarezca los productos no los va a afectar significativamente. ¿Cuál será la verdadera razón de oponerse al gravamen? ¿No será, mas bien, que por la declaración y el recaudo de ese nuevo impuesto se van a saber los verdaderos ingresos de estas empresas y por ende el monto que debieran pagar de otros impuestos? ¿Qué se esconde detrás de semejante acción? No es entendible la razón de esa oposición férrea y hasta irracional a defender la salud de los colombianos e imponen los intereses del dinero a cualquier otro que beneficie al pueblo colombiano.



Las opiniones expresadas por los columnistas son de su única responsabilidad y no comprometen a www.latinoticias.tv

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