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La marcha de los que se niegan al cambio.

Por Raúl Ramírez Tovar

En mi vida de periodista he tenido que caminar entre el fango y sobre alfombras; en ambos casos me he aprovisionado de un hígado fuerte: me debe aguantar para soportar gente ruin, gobernantes deshonestos, políticos corruptos y criminales de toda índole. Obvio, frente a mí también han desfilado personas admirables, inteligentes, nobles; y, ante todo, valientes y honestas.

Hoy lo pensé dos veces antes de ir, finalmente, y ver con mis propios ojos la marcha que convocó la extrema derecha colombiana.

De entrada, les diré que estoy por todo tipo de movilización que sea pacífica, no violenta y en donde las comunidades expresen sus sentires y reclamos. Esa es la democracia.


Fui a la marcha para saber porqué sus asistentes están contra Petro. Me metí al corazón de ella y me sorprendió que la mayoría era gente de avanzada edad. “Muy guapos con este solazo caleño”, dije en mis adentros. Claro que estaban bien protegidos con sus pavas y sombreros finos (parecía que fueran a una corrida de toros), sus ojos los ocultaban con gafas de marca, y la capa de protector solar era evidente a leguas. Por encima se les notaba el estrato. Predominaba la tercera edad, un bajo porcentaje eran jóvenes. Había un destacamento fuerte de mujeres.

Me atreví a indagarlos sin insistir en respuestas profundas ya que podrían sentirse agredidos. Simplemente me les fui con una pregunta: ¿Por qué no les gusta el gobierno de Petro? “Porque es el gobierno de los delincuentes”, dijo una dama; “Porque nos va a volver como Venezuela”, respondió un señor cincuentón en camisa blanca, como la mayoría; “Porque ya mandó a matar a un coronel que sabía de sus chuzadas”, expresó con seguridad un sexagenario; “Porque va a acabar con nuestra economía”, aseguró un empresario que ,luego me enteré, tiene a todos sus trabajadores tercerizados; “Porque quiere acabar un sistema de salud que tiene unas EPS funcionando a las mil maravillas”, indicó un joven que, se ve, no le ha dolido una muela; “Porque ahora quiere entregarle el país al ELN”, señaló un militar retirado.


A un señor que portaba una pancarta con la foto de Petro al que le habían puesto un bigote de Hitler y el letrero “Dictador”, le pregunté porqué comparaba a Gustavo con Adolf y me dijo, energúmeno: “Ambos son dictadores socialistas”. Miré para arriba para tomar aire y vi en los cielos un helicóptero policial que cuidaba a los marchantes, garantizando su seguridad. ¡Vaya dictadura!

A la marcha asistieron miles de personas que al llegar a la Plazoleta Jairo Varela no dejaron sitio sin ocupar. Hubo lleno total. Ante ellos intervinieron la senadora María Fernanda Cabal que, con su acostumbrado lenguaje y su típica expresión facial, enardeció a los asistentes quienes desde ya la proclamaron candidata para suceder al presidente de sus desprecios. También habló Jaime Arizabaleta, el primo de Daniel García Arizabaleta, implicado en los sobornos de Odebrecht, quien -para lograr beneficios jurídicos- ya delató al excandidato presidencial uribista Óscar Iván Zuluaga.


En la tarima estuvieron también la exdiputada Juanita Cataño, una delirante uribista desahuciada por su partido y quien bajo el abrazo de Cambio Radical se quemó en las pasadas elecciones legislativas. Igualmente se subió a arengar a la multitud iracunda el hasta hace poco presidente de la Asociación Bancaria, Santiago Castro. Hasta ahí aguanté; por eso les decía que había que tener hígado. El mío parece que ya no soporta tanta cirrosis populista.

La marcha de hoy, un éxito para el uribismo, demuestra que la extrema derecha está desesperada y se quedó sin discurso debiendo apelar a las mentiras, al terror, a la infamia y la calumnia. Lleva diez meses en eso, con un poderoso sistema mediático y un pasquín que ya no respeta límites éticos ni periodísticos. Un desastre hubiera sido para la extrema derecha que con esa campaña de infamias no hubiera llenado plaza en un país donde la gente no lee, no investiga y está esclava del miedo y los prejuicios.


La marcha de hoy también es un mensaje para el presidente Petro que sigue impávido viendo cómo el sistema de medios públicos, el más poderoso del país, sigue al servicio del viejo régimen: un RTVC desconectado del espíritu de cambio, dos canales de televisión que en su programación no se diferencian mucho de los canales privados, decenas de emisoras de la Radio Nacional de Colombia, del Ejército y de la Policía sin un manejo editorial y de contenidos acordes con la línea del gobierno progresista.


Esta marcha sirve para decirle a Petro que lo apoyamos, que estamos firmes con el cambio y que hay que darle un fuerte timonazo a sus comunicaciones, sin lo cual millones de personas seguirán presas de la mentira y el odio, como se vio hoy.


Raúl Ramírez Tovar

Periodista

Cali, junio 20 del 2023

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